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martes, 14 de junio de 2011

Centro de Trabajo





Esta reseña, más anecdótica que basada en una historia llena de fechas fehacientemente precisas, encontró su razón de ser cuando el edificio que hoy alberga a esta Escuela de Educación Secundaria General “Himno Nacional”, hubo cumplido 30 años de existencia.
Un día de tantos del mes de febrero del año 2000, en el ya tradicional restaurante “El Sol”, ubicado en este municipio de Nicolás Romero, algunos amigos insistimos en forzar el tiempo para capturar las tantas veces regodeada “historia” de la Secundaria más antigua de éste lugar:Ana María Osnaya Antonio, Martha García Deloya y por supuesto Mauro Nava Díaz, el guardador de historias y hechos de tan añeja institución educativa.El encuentro prácticamente increíble por las premuras de estos tiempos, se dio a eso de las siete de la tarde tras una plática llena de informalidades, risas, chascarrillos y con una casi insignificante cena, comenzaron a fluir las palabras:
- ¿Qué es exactamente lo que desean muchachos?
El tuteo y lo de muchachos, por lo menos en el caso de Saúl Loyola por parte del maestro Mauro, afianzó la amistad que de años llevábamos (pues fue maestro de dos de quienes ese día pudimos reunirnos) y automáticamente se deshilvanó un torrente de ideas transformadas en palabras y cuya avenida fue arrastrando recuerdos tan lejanos que a su paso volvieron a ser nuevos pero sin fechas precisas; casi todas ellas fueron tocando aproximaciones para quedar nuevamente recluidas en cada mente pero con una nueva frescura, con un trascender en la memoria, en el tiempo, en lo eterno.
No podría asegurarse que esta es una historia anecdótica; es posible inclusive que no halla historias anecdóticas, pues o se trata de historia o de anécdotas; sin embargo, permítase llamar a estas letras, historia anecdótica de lo que por muchos años fue la máxima casa de estudios de los nicolasromerenses:“La Himno Nacional”.
Casi para finalizar la Segunda Guerra Mundial, entre 1944 y1945 es que nace esta Institución Educativa en lo que comúnmente se conoció como “San Pedro”. ¿El lugar? La parroquia dedicada precisamente a San Pedro Apóstol; a cuyos salones laterales y de los cuales hoy ya desaparecieron una buena parte, los orgullosos alumnos de la Secundaria que aún no tenía nombre, llenaron con su vocerío, sus alegrías, comentarios, pleitos y obscenidades (no podían ser diferentes, superiores ni menores que los de hoy).
Seguramente esos primeros alumnos de Secundaria poco o casi nada sabían que en esos mismos salones parroquiales había también iniciado la casi única y más antigua Escuela Primaria de esa época y del lugar: La “Escuela Primaria Venustiano Carranza” que asentó su residencia en lo que actualmente se conoce como Parque Santa Anita y cuyo oficio en el uso de la tierra, era el de Ejido allá en 1940 cuando como director de la tal primaria era el Profr. Armando Reyes Millán, de quien se cuenta fue nieto del general Agustín Millán uno de los firmantes del Plan de Guadalupe junto con don Venustiano Carranza (quizá eso aclare el por qué la más antigua de las primarias se llame así: “Venustiano Carranza”).Además, la planta de profesores fundadores fueron los siguientes:
Director Profr. Armando Reyes Millán
Don Pino Bernal (primer linotipista de la Esc. de Artes y Oficios de Toluca)
Dr. Saúl Rubio (cuyo nombre corresponde al jardín municipal de esta cabecera)
Don Ángel Mozo Cortés (Matemáticas)
Armando Escobar (Profr. en San Ildefonso para esas épocas)
Don Teodoro Hernández
Don Antonio Valenzuela
Don Marcelino Ishima Villafranco (de San Ildefonso)
Don Fernando Miranda “El Sabio” (de San Ildefonso)
Don Juan Arzate Jiménez
Don Federico Estrada Don Rey Bernal
Don José Santos Luna y por supuesto
MauroAndrés Nava Díaz
Quizá sea bueno recordar a una de las alumnas de la primera generación de esta escuela Secundaria “Himno Nacional”: la Sra. Luz María Lora Barrera Actualmente domiciliada en Atizapán de Zaragoza.
En este punto del relato, cabe aclarar que las clases iniciaron formalmente el día 6 de febrero de 1944 a las 7 de la mañana
Pero volviendo a nuestro relato, cuando los jóvenes estudiantes o eran más de los que albergaban esos salones parroquiales o por lo insoportables, llegaron a instalarse en la “Venustiano Carranza”.Por esos años, había cesado plenamente la actividad ferroviaria y todavía se podían ver las vías picadas por el óxido y semienterradas a fuerza de no ser usadas.Hay que aclarar que el camino desde Atizapán hasta San Pedro, era de terracería: nadie quedaba exento del polvo que a través del camino iba impregnando sombreros, chaquetas y aun lo que pudiera ir bien empacado.
- Yo llegué como maestro fundador de la Secundaria.-Apuntó el maestro Mauro como despertando aquella historia hundida en un sueño casi eterno-.Allá en Guerrero, uno de mis maestros fue Armando Escobar quien me impulsó a seguir una carrera en el Politécnico y quien además era maestro de la Secundaria aquí en San Pedro.Aquí, había matrícula para los tres grados pero no tenían maestro de matemáticas, química y física; entonces ese maestro, mi maestro,Armando Escobar, se acordó de mí y me fue a buscar al “Poli”; me encontró, me hizo la invitación y al no contar con dinero, me dejó diez pesos, me enseñó dónde tenía que abordar el pasajero y me indicó el lugar en el cual me bajaría.Así es como llegué a este hermoso lugar.
Ahora, la Secundaria ya tenía cubierta el área de las ciencias exactas.
El director era el Profr. Armando Reyes Millán quien años atrás fundó la Primaria Venustiano Carranza.
El pago por el trabajo se realizaba como hasta ahora, por hora; los sueldos eran con el subsidio del Gobierno del Estado de México y del Gobierno Municipal.
-Pues así es, el pasaje costaba ochenta centavos, llegué un lunes.
-Terminé la primaria ya grande, a los quince años porque los problemas familiares eran casi insoslayables; hice la secundaria en Coyoacán, luego la Vocacional y la profesional...
En la Secundaria había como ocho maestros.Cuando la escuela llegó a la Venustiano Carranza fue en la tarde, como si fuera turno vespertino, pues esa escuela todavía era de poca población.Ahí se residenció la secundaria aproximadamente por tres años con más o menos cincuenta alumnos repartidosen los tres grados.Creció la población estudiantil y algunos jóvenes venían desde Atizapán.
Cuando la Escuela PrimariaVenustiano Carranza elevó su matrícula y abarcó el Turno Vespertino, la Secundaria prosiguió su peregrinar a la casa de “Doña Gloria”, la casa de dos pisos que estaba en lo que hoy es el frente de la misma Secundaria: estuvo un año en ese lugar pero el “relajo” propio de los estudiantes los hacía prácticamente insoportables.
Hacia 1949, la Secundaria se marchó hacia la casa de Don Pablo Dávila; apenas a uno pocos pasos de su anterior morada, exactamente en la contraesquina de la actual Escuela y la avenida 20 de Noviembre; de ahí, se tuvo que ir porque la muchachada era demasiado ruidosa como siempre habrán de ser todos los jóvenes.
Para esas épocas, el Profr. Armando Reyes Millán ha cedido la Dirección de la Escuela a la Profra. María Apodaca que casualmente fue maestra del Maestro Jaime Torres Bodet.La maestra Apodaca, inició hacia 1947 y para las fechas en que nadie los soportaba por más buenas intenciones tenidas en virtud de ser aproximadamente ochenta soldados del progreso, se domiciliaron en la avenida 16 de Septiembre en el local que hace esquina con el Pasaje San Juan contrapuesto a la milenaria carnicería ”La Violeta”.En ese breve espacio se hicieron caber separados en grupos los ochenta muchachos y sus profesores.
Un tiempo después, se vieron, se oyeron rumores y se suscitaron movimientos extraños en el Ejido Santa Anita que poco a poco se fue convirtiendo en el Parque Educativo Santa Anita; sobre la prolongación 20 de Noviembre: se excavaba, cimentaba, erigían paredes... nada encajaba con una casa habitación pero al fin y al cabo ¿A quién le importaba una construcción más en la pequeña población?Entre apretujones e incomodidades, llegaron la vacaciones grandes de 1953.
Cuando se inició el nuevo curso, la Secundaria ya no estuvo en el Pasaje San Juan; ahora, estaba atrás de la Primaria Venustiano Carranza sobre la Prolongación 20 de Noviembre: era un edificio pequeño pero confortable, rectangular respecto a su dimensión total; hacia la calle daba el cuerpo principal de los salones; estando de frente pero del lado izquierdo había otros más que desembocaban rumbo a la dirección de la escuela que daba al campo de fútbol .La entrada principal era un pasillo que poco al paso, se fue llenando de recuerdos incansables: la abertura forzada de la puerta principal los sábados y la escapada en loca estampida de los estudiantes que pese a sus deseos de superación no desaprovechaban la oportunidad de divertirse y reír a costa del coraje de conserjes, maestros y directivos. Siguiendo por ese pasillo, se encontraban los alerones del único pasillo albergado por las aulas que lo rodeaban de la pequeña escuela.Luego estaba el patio que debió ocupar unos 40 metros de largo por 20 de ancho.Ese patio daba hacia el campo de fútbol Santa Anita: el campo del equipo “San Pedro”, “Cuauhtémoc” y otros más.La barda (porque era casualmente la única escuela bardada) era como de 1.20 mts. de altura y remataba con una malla ciclónica y al centro de su largura total, estaba la puerta trasera; ahí donde las dulceras cada rato dejaban sus canastas llenas de confiterías para desgreñarse en medio de un nutrido rosario de obscenidades y juramentos de muerte afortunadamente nunca cumplidos y por supuesto, ambas contendientesanimadas por las porras morbosas de sus uniformados observadores. Los uniformes militarizados de color cemento para los muchachos, el jumper rosa para las niñas de primero, el azul para las de segundo y el guinda para las de tercero, fueron testigos de risas, guerritas con cáscaras de naranja, de remojones, de brutales castigos que imponían los maestros: estando en el 1° “A”, el Profr. de música asestó a Chucho Lora una tremenda cachetada que desde medio salón lo llevó hasta el pizarrón: seguramente que si no hubiera estado ahí la pared, Chucho seguiría avanzando todavía por el tremendo impacto de las “manotas” (porque tenía enormes manazas) del Profr. susodicho.
Si tuviéramos que recordar más anécdotas, seguramente podríamos traer a la memoria al maestro César quien una ocasión muy enojado retó a uno de los muchachos para ver quien albureaba mejor; la respuesta por cierto más sabia fue la del joven que decidió quedar callado para no inflamar más los ánimos de todos, maestro y alumnos.O seguramente, es posible recordar nuevamente al maestro Molina quien en cierta ocasión, viéndose burlado por uno de los alumnos de la primera fila, le lanzó una cachetada llena de ira que fue esquivada por el joven agachándose sobre la paleta de la silla, provocando que el maestro siguiera el giro motivado por la fuerza del golpe; el muchacho se levantó victorioso, volteó hacia el alumnado que moría de risa pero no se dio cuenta que el brazo del maestro venía de reversa para estrellarse en pleno rostro del discípulo burlón que fue a dar al suelo en medio de la maléfica mirada del profesor y las todavía más turbulentas risas de la chamacada.En esos días, todavía entraba la letra con golpe y sangre.
Mas volviendo al curso de esta plática, la construcción de ese edificio, fue realizada con recursos municipales al decir del decano de esta institución.El Presidente Municipal quien en ese tiempo era don Roberto Jasso Rosas, sin esperar a la comunidad estudiantil y magisterial, siendo aún las vacaciones, inauguró el recinto y sin consultar a nadie, le pusieron a la escuela el nombre de “Himno Nacional”:su registro entonces ya con toda puntualidad fue el de Escuela Secundaria Federal Himno Nacional.La escuela al principio, ocupaba su patio y la calle del frente para instalar sus canchas deportivas.Alguna ocasión, dos profesores, Leopoldo Carranco y José ViscaínoPérez, permaneciendo un poco más del tiempo dispuesto después del toque, no sólo recibieron el regaño de la Profra. María Apodaca sino que incluso los tomó de las orejas para llevarlos a su respectivo salón de clase y así impartir los conocimientos que buena falta le hacían a los estudiantes.
Ya hacia 1954, la maestra Apodaca abandona la escuela y queda en su lugar quien alguna vez fuera invitado a desempeñar su trabajo con un buen jalón de orejas: el Profr. José Viscaíno Pérez.
La nueva escuela contaba con los talleres de Carpintería, Estructuras Metálicas, Taquimecanografía, Cocina y Mecánica: este último, contaba con un carro Ford de esos que parecían cucarachas o más bien, huevos cocidos; armado, el carcamal era llevado de aquí para alláa puros empujones para permanecer cuando estaba desarmado, en la azotea de la Secundaria.La escuela, ya muy entrada la década de los 60’s contaba con dos primeros años; dos segundos y un tercer año.
En 1963, la enorme escuela Venustiano Carranza, ya se había ubicado en donde hoy existen cuatro escuelas primarias con diferentes nombres: Benito Juárez, Ignacio Manuel Altamirano, Venustiano Carranza y Lázaro Cárdenas del Río.El antiguo edificio de la “Venus” había desaparecido.Sólo estaban ahí en medio del terreno, tres añosos pinos que conservaron su lugar casi hasta hoy.
Para las vacaciones de 1968 en medio de las vísperas de los Juegos Olímpicos, las marchas de los estudiantes de las diferentes escuelas que se habían unido para plantear al gobierno una serie de proyectos que encuadrarían a México en el siglo XXI antes de llegar a él, y las salidas antes de terminado el turno oficial de las clases porque se decía que venían los “Estudiantes” (sinónimo en ese entonces de diabólicos), los “Comunistas” (era la moda perseguida de la época) a envenenar la inocente alma de los estudiantes pueblerinos de San Pedro, la pequeña construcción de la “antigua” Secundaria Federal Himno Nacional, fue derruida inconsideradamente pues los trabajos de un nuevo edificio para ella, iban muy avanzados sobre el terreno donde estuvo la antiquísima y venerada Venustiano Carranza.Cabe aclarar que siendo tan pocos estudiantes los egresados de la Secundaria original en la antigua construcción, cada fin de curso cerraba con una ceremonia en donde el alumnado debidamente vestido con traje de gala y padrinos, celebraba su graduación: la última de estas generaciones con esta oportunidad fue la de 1966-1968.Para esa ocasión se valseó el tradicional Vals Aída y el Vals Olímpica a fin de encuadrar a la generación dentro de los festejos nacionales por los Juegos Olímpicos de 1968 celebrados en México: la ceremonia fue en el breve patio de la escuela y de ahí se acudió a la planta baja de la actual Presidencia Municipal que todavía no era ocupada por el Ayuntamiento en donde se volvieron a repetir los valses mencionados para después entrar de lleno al baile que fue sonorizado por la ya desaparecida “OrquestaImperial” de Caja de Agua y “Los Bachilleres de Andy Esteban”.Últimos valses, últimos trajes, últimas ceremonias de gala...
La flamante Secundaria Federal Himno Nacional, se estrenó en 1969 con su director de muchos años el Profr. Antero Ballinas Gurría: él había asumido el mando desde 1958.
A diferencia del edificio anterior, el nuevo no fue inaugurado hasta la fecha y aquí, debe mencionarse a manera de ubicación en el tiempo, que el Presidente Municipal era el Sr. Salvador Angulo Navarro y del cual no se tiene ningún informe de su posible intervención en la construcción de la escuela.Para ese entonces, había unos 200 alumnos, la dirección se ubicaba en el aula que hoy ocupa el 3° “B” y ante tal novedad, el Profr. de Música, Salvador Molina Alanís, escribió el Himno de la Secundaria que se perdió en el tiempo y del que ahora, sólo recordamos un solo verso:
“Secundaria, San Pedro, Salud.”
Las nuevas instalaciones eran extraordinariamente grandes: los que otrora fueron demasiados alumnos, ahora eran ridículamente pocos.Hubo necesidad de organizar una titánica cacería de alumnos.El director de la escuela organizó brigadas de maestros para ir al Vidrio, Progreso, La Colmena, etc., a fin de ofrecer en una acción de cambaceo los servicios de la Secundaria: esa acción duró aproximadamente 15 días en cada poblado y tuvo un enorme éxito: la escuela se llenó de risas, sonidos de hojas de cuadernos, carreras, gritos...
Por allá de 1970 a 1972,llegó el Profr. José Guadalupe Martínez Santos quien asume la dirección de la escuela y quien además impartía la materia de matemáticas (cabe la aclaración de que aunque se fuera directivo, se atendía grupo de clase).El Profr. Guadalupe, tan pronto como sonaba el toque de invitación al trabajo, iba a su clase y aunque hubiera algunos profesores que poco caso hacían a la advertencia del timbre, él se integraba al trabajo predicando con el ejemplo que obligaba más que las palabras (o los jalones de orejas): nadie entonces se quedaba fuera de su grupo y por supuesto, nadie recibía las incómodas recomendaciones e invitaciones para cumplir con la labor pactada con los alumnos.
De 1972 a 1976, siendo director el Profr. Rafael Corzo González, ya el fruto del magisterio cazador de alumnos, había llegado con abundancia y era plenamente maduro pues el Turno Vespertino ahora era una realidad.La escuela seguía trabajando y forjando su tradición académica, cultural y deportiva; en ese momento, bajo la dirección del Profr.Octavio Castelánquien se mantiene hasta principios de 1979.
La escuela cambia nuevamente de director quedando al frente el Profr. Adolfo Ortega Lara entre 1979 y 1981:el Profr., habría de ascender primeramente a Supervisor Escolar y después a Jefe de Sector Educativo.
En 1982, llega el Profr. Benjamín Moreno Ruiz quien en 1984 es reemplazado por el Profr. Manuel Tovar; llega después a sustituirlo en 1985, el Profr. Rubén Flores y en 1987, la Profra. Imelda Velázquez Vargas: ella, toma el mando para de inmediato darse a la tarea de unificar en el proyecto de construcción de un auditorio, a las autoridades educativas y civiles: la Profra. Imelda, captó la voluntaddel entonces Srío. de Educación Pública, el Lic. Miguel González Avelar; el Director de la Unidad de Servicios Educativos a Descentralizar en el Estado de México, el Ing. Manuel Garza Caballero, el C. Francisco Rosas Martínez, Presidente Municipal Constitucional de Nicolás Romero, el C. Salvador Angulo Navarro, Diputado local; las sociedades de Padres de Familia que en esa época encabezaron el C. Francisco Rosas García, y un año después, el C. Carlos Chávez Rodríguez; también se unió al equipo de trabajo el Ing. Roberto Torres Calderón, quien dirigió la construcción de la obra. Y por supuesto, el equipo básico de este proyecto fue el cuerpo de trabajadores de la escuela, los padres de familia y el alumnado: todos tras el sueño de lo que ahora es el Auditorio “González Bocanegra” y el cual se inauguró el día 29 de abril de 1988.
En 1992, asume la dirección de la escuela, el Profr. Rubén Orihuela Chávez y es bajo su administración que se construyó la Biblioteca, donde también se alberga la Sala de Cómputo. Esta, fue inaugurada el 6 de noviembre de 1995 siendo además, Subdirectora del T. M. la Profra. Arcelia Ávila Márquez y Subdirector del T. V. el Profr. José Cruz Calvillo Jaramillo.
Finalmente, podemos mencionar que a finales de la década de los 70’s e inicios de los 80’s, dos Secretarios generales de la Sección 36 del S. N. T. E.emanaron de esta casa de estudios: el Profr. Leonardo González Valera y el Profr. Rafael Ochoa Guzmán.
Pero siguiendo el hilo de esta historia, en 1994, la Unidad Pedagógica Sor Juana Inés de la Cruz, que es una de las instituciones de más tradición en Nicolás Romero, premia la excelente labor del Profr. Mauro Andrés Nava Díaz, entregándole el reconocimiento “Profra, Ana Ma. Carbajal Ontiveros” .
En 1997, la misma Unidad Pedagógica Sor Juana Inés de la Cruz, entrega el mismo reconocimiento al Profr. Saúl Loyola Martínez como Escritor de este Municipio.

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